50 Cosas que hay que saber sobre plantas medicinales | Edición #1

El ambiente donde habita una planta medicinal, ¿podría darnos pistas de sus propiedades curativas?

Inspirada en la colección “50 Cosas”, de la Editorial Ariel, se me ocurrió iniciar un nuevo capítulo dentro de la sección Herbolaria & Jardinería: 50 Cosas que hay que saber sobre plantas medicinales. Cada 15 días publicaré alguna cualidad destacable de las plantas curativas, tanto para su empleo medicinal como para su cultivo.

Del mismo modo que cada semana comparto una ficha herbolaria en la Fitoteca de la Escuela, te contaré 50 curiosidades de las plantas medicinales que nos ayudarán a comprender un poquito más su vasto universo a fin de emplearlas y convivir con ellas de la manera más sabia y amorosa posible. Esta primera entrega será accesible a todos los lectores; las siguientes serán contenido especial para la comunidad del Diario de una Naturalista. Si estos temas te interesan y también deseas formar parte de la comunidad, con un pequeño aporte a nuestras investigaciones y notas puedes unirte aquí: Membresía, lo cual también incluye otros beneficios. Serás muy bienvenida/o.

Cromolitografía alemana (antiguo grabado botánico impreso en 1897).

Magia naturalis

Intentaremos encontrar al menos una pequeña respuesta al interrogante de hoy (es un tema muy extenso que forma parte de la fitomedicina, la herbolaria y la agronomía), pues nos ayudará mucho al momento de escoger las especies medicinales que mejor se adapten al lugar donde vivimos. Para ello, en primer lugar, recurro a las palabras de Lawrence M. Principe (Profesor inglés):

“Los aristotélicos medievales dividieron las propiedades de una cosa en dos grupos. Había cualidades manifiestas, cualidades que cualquiera podía detectar en virtud de los órganos sensoriales. Caliente, frío, húmedo, seco, eran las cualidades primordiales. Otras cualidades eran lo suave, áspero, amarillo, blanco, amargo, salado, sonoro, fragante, etc., todo aquello que despertaba a los sentidos. Después de todo, el aristotelismo era fundamentalmente un modo de encarar el mundo con sentido común. Los aristotélicos usaban estas cualidades manifiestas para explicar la acción de una cosa sobre otra: las bebidas frías bajan la fiebre porque lo frío contrarresta lo caliente, por ejemplo. Pero algunos objetos actuaban de maneras extrañas, inexplicables por medio de las cualidades manifiestas. A estos objetos les atribuían cualidades ocultas que no se pueden detectar por medio de los sentidos. Estas cualidades actuaban, a menudo, de un modo muy particular, lo que sugería una conexión especial e invisible entre cosas específicas y los objetos sobre los que éstas actuaban. Los filósofos naturales medievales armaron listas de tales fenómenos. Un ejemplo clásico es la aparente atracción entre el Sol y el girasol, el giro hacia la estrella polar de la aguja de la brújula, el efecto somnífero del opio, la acción de la Luna sobre las mareas, etc. La magia naturalis era el esfuerzo por buscar estas cualidades ocultas y sus efectos, así como por hacer uso de ellos. ¿Cómo hacían para encontrar estas conexiones, estos “nudos secretos”, en la naturaleza? Un camino era observar el mundo atentamente. Podemos concordar en que la observación cuidadosa es un punto de partida crucial para la investigación científica; la magia naturalis promovía tal observación”.

La cita del Profesor Principe es relevante cuando estudiamos a los seres vivos. La observación atenta del mundo es fundamental para comprender la naturaleza; me gusta llamarla «mirar vivir». En este caso, miro vivir a los árboles y las plantas. Contemplo la forma y el tamaño de las hojas y las flores, su orientación, dónde encuentro más o menos cantidad de alguna especie. Me pregunto por qué existe tanta cantidad en determinadas regiones y tan poca en otras, por qué tienen hábitos de crecimiento a veces caprichoso y hasta incomprensible para los humanos.

Sendero en Balneario Punta Mogotes, Mar del Plata, Argentina (2022)

En la Costa bonaerense noté que abunda la Cola de Caballo; en Córdoba la Lavanda y el Romero; en Bariloche el Enebro (por mencionar sólo algunos ejemplos). Cuando regresé a vivir a Buenos Aires, investigué esas conexiones o relaciones entre plantas y entorno…

Cola de Caballo (Equisetum giganteum)

Entre otras innumerables propiedades, la noble dama Cola de Caballo (Equisetum giganteum) es remineralizante, antimicrobiana y favorece la eliminación de líquidos… pero, ¿por qué tendría un efecto diurético tan poderoso? Porque en el ambiente húmedo y pantanoso del cual es oriunda, ella también necesita expulsar el agua excedente para que sus raíces no se pudran. Así es que creó un sistema súper avanzado que, a semejanza de una gran bomba extractora, pudiera mantenerla con vida y seca: los metabolitos secundarios, o lo que en fitomedicina se conoce como principios activos:

Metabolitos secundarios: están relacionados con sistemas defensivos frente a distintos tipos de estrés, lo que implica una adaptación evolutiva de las plantas al medio en que se desarrollan. En general, los metabolitos secundarios son responsables del olor, del sabor y el color de la planta, y también de sus propiedades medicinales. Es decir, la medicina que las plantas emplean para sí mismas, no es otra que los humanos tomamos para nosotros mismos.

Otro dato que nos brinda una pista del origen de la Cola de Caballo: el 90% de su constitución es sílice (metal abundante en la corteza terrestre y componente de la arena). La decocción de sus tallos se emplea como astringente, antidiarreica, diurética, cicatrizante, emenagoga y en el tratamiento de cálculos renales; pero su importancia también radica en su aporte mineral:

El sílice desempeña un papel importante en la fisiología del equiseto, ya que se constituye en su elemento de sostén y protección, colaborando en la disposición de los fosfatos orgánicos (Saint, 1980). Entre las numerosas propiedades que este mineral le brinda al ser humano se citan: su rol benéfico en la síntesis del colágeno y su papel en la consistencia y dureza de estructuras tales como huesos, tendones, uñas, pelos, córnea, esclerótica, tráquea, cartílagos, etc. Mantiene también las paredes elásticas de las arterias ejerciendo una comprobada acción antiateromatosa contra la deposición lipídica, sobre todo en la arteria aorta, disminuyendo los niveles de LDL colesterol (Alonso, 2004; Loeper et al., 1979).

En resumen, si quieres extraer una buena calidad de principios activos de la Cola de Caballo, debes cultivarla en ambientes muy húmedos o cercanos a cursos de agua, ya que es el medioambiente natural de todas las especies de Equisetum. En el huerto ahuyenta los insectos, estimula el crecimiento y previene los hongos, puesto que representa la fuerza opuesta a la humedad.

La inmensa labor de la Cola de Caballo me recuerda a un refrán que leí hace unos años: «Todos somos ángeles con una sola ala, debemos abrazarnos si queremos volar»… y las plantas lo saben bien.

En la Edición #2 de 50 Cosas que hay que saber sobre plantas medicinales, a través de la Lavanda y el Romero estaré adentrándome en el maravilloso universo de las plantas aromáticas. Arma tu valija y prepárate para viajar por el monte cordobés argentino.

Si quieres dejarnos un comentario, duda o inquietud, puedes hacerlo aquí abajo. ¡Hasta el próximo encuentro!

Importante: el consumo de hierbas medicinales es ante todo un tratamiento preventivo y, en segundo lugar, alivia un sinnúmero de malestares, pero de ningún modo deben reemplazar a los medicamentos y/o tratamientos indicados por el médico. Las plantas medicinales poseen precauciones, contraindicaciones y advertencias. Las propiedades aquí descritas son a modo informativo y sobre la base de personas sanas que no estén bajo tratamiento o tomando medicación alopática. Ante cualquier duda o inquietud, debes consultar a tu médico de cabecera.

Diario de una Naturalista

Divulgadora naturalista. Especialista en plantas medicinales. Escribe sobre naturaleza y arte. Autora de los libros de poesía Aguas negras y Alimento para la fe del cuerpo.

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